Vamos transitando por tierras castellanas, sorprendidos por esta etapa que nos adentra en bosques de roble, primero y de pino después; agradeciendo una deseada sombra de un caluroso día del agotado verano. Unos Montes de Oca, que sin castigar excesivamente las maltratadas piernas, nos deleita con unas imágenes impropias de la meseta castellana.
Salimos de Belorado por este coqueto puente.
Curioso refugio para los peregrinos.
Retratando el Monumento a los Caídos. Triste lugar de ejecuciones sumarísimas.
Las amplias pistas de los Montes de Oca, además de ser unas estupendas vías de comunicación, son utilizadas como lugar de comunicación.
Una parada obligada en medio de los Montes de Oca. Todo un detalle para los peregrinos.
Y un agradecido peregrino, sonriente después de refrescarse en el improvisado puesto.
Momento de relax ante la iglesia de San Juan de Ortega, discípulo de Santo Domingo de la Calzada.
Fin de etapa, entramos en Agés, un pueblo transformado sólo para dar cobijo a los peregrinos.
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