A primeros de julio nos aventuramos con la primera de las etapas riojanas del Camino de Santiago. Una etapa agradable, bañada por los interminables viñedos que acompañan al caminante.
El premio final fue la comida típica riojana, más conocida por su ardiente condimento, pero de obligada degustación.
La llegada del verano y buen tiempo puebla los caminos de peregrinos que se acompañan en su meditación hacia Santiago. Por eso, las imágenes se cargan de ese factor humano que tanto se echaba de menos en las aventuras invernales anteriores.
Y para cerrar la serie, la peregrina preferida del autor.
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