Iniciamos un nuevo viaje por uno de los parajes más bellos de la península Ibérica, de hecho es llamada la Toscana española; y a su vez, más desconocidos. Me refiero a la comarca del Matarraña, río que sirvió para el asentamiento de poblados íberos y que con su clima, entre mediterráneo y continental, ofrece unos paisajes de gran valor. Su geografía está salpicada de pueblos de carácter medieval con sus fortificaciones, que agrandan el encanto de esta tierra aragonesa.
Como primera parada, nos adentramos en la localidad de La Fresneda, pequeño pueblo donde la piedra, como en el resto de la comarca, es la principal protagonista.
Fue un lujo poder visitar el interior de la Iglesia de Santa María la Mayor, templo de grandes dimensiones, pero que se encuentra en estado ruinoso, a pesar de que, en dos ocasiones al año, se utiliza para el culto.
Vista de la localidad desde el campanario.
Detalle de una capilla con sus desperfectos formados por la humedad.
Singular punto de oración.
Confesionario, en uso entre tanta desolación.
Detalle del porche de la Casa de La Encomienda, vivienda de los principales nobles de la villa.
En la iglesia del pueblo dedicada a la Virgen del Pilar, de uso diario, lo que más me llamó la atención es la imagen de la Dolorosa, único paso que sacan en Semana Santa, junto al Cristo Crucificado.
Dejamos La Fresneda, pero seguimos el viaje por esta singular comarca del Matarraña.
